Ya estoy aquí...

Me he sorprendido a mi misma frente a la puerta de casa, con un día entero sobre los hombros, con una sonrisa irreprimible, con los ojos brillantes, con la cara quemada por el sol y los músculos entumecidos, cansados. Con la llave entre las manos he sentido el agradable crujir de la puerta, y por un momento dispuesta a gritar: "¡Ya estoy aquí!"

Hasta que he caído en la cuenta de que no estabas. Ni tú, ni nadie. Y mientras se desvanece la ilusión, he oído el sonido de la puerta a mis espaldas.

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