El sol no es nuestro
Fue aquel verano, escondido entre tus inviernos, y las púas del ángel creciendo sobre mis dedos. Me hacían falta rehenes de los que callan por educación pero muerden siempre en la misma canción. Llorabas, yo lo sé, lo recuerdo. El cielo no te curaba, a mí me sangraba el intento y como todo final inesperado no te vi morir. No caíste sobre el fuego ni exageramos la calma porque sabíamos que el sol no es nuestro. Fue aquel verano, entre horas y a rachas, cuando te vi, sacándote el pecho. El roce de mis besos el dolor de quien recuerda con los ojos abiertos y el tiempo hablando de cuantos días o cuantas litronas atraerían de nuevo al invierno.