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Mostrando entradas de 2020

Primavera rota

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Canto a la vida desde que descubrí las flores… las dalias entre los aloes tropicales,  los geranios y las zarzamoras, tendidas ante el adverso invierno, ante los vientos recios. Ese ha sido tantas veces mi lugar en el mundo. Ahora lejano, crecen hierbas doradas  y florecillas silvestres  entre los hilos de mi chaqueta, que anda colgada en la puerta  y lo niega todo. El espejo se asusta de su reflejo,  mientras el polen duerme  en las repisas de este hogar a medias,  de este despropósito. Pero me llaman desde otro rincón de la casa para acercarme a ver el ruido en los balcones, repletos de fuego y pensamiento,  de gitanillas y música tendida en el aire como lazos invisibles, señalando escondites que laten furiosos en la primavera rota. Hay algunos que se niegan a limpiar el rocío, y yo me pregunto por ellos, si ya no les sirve, como a mí tantos días,   si ya lo han perdido todo.

La sombra del viento

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«Todavía recuerdo aquel amanecer en que mi padre me llevó por primera vez a visitar el Cementerio de los libros olvidados.» Así empieza cada lectura de La sombra del viento, adentrándonos en los pasillos de un santuario de libros perdidos. Algo así como una biblioteca de geometría imposible poblado de un laberinto de corredores y estanterías vivientes. Nos adentraremos en una Barcelona lúgubre y sombría en 1945 de la mano de Daniel Sempere, un muchacho retraído y curioso, amante de los libros y los misterios. Daniel desentrañará hoja a hoja los secretos que existen detrás del nombre de Julián Carax, un autor moribundo golpeado por la vida y una sucesión de hechos, lazos y desventuras. Lo hará con la ayuda de diferentes personajes que aparecen y reaparecen para facilitar sus pesquisas, con su querido Fermín, y a pesar del inspector Fumero. No podía terminar el año sin rendirle mi pequeño homenaje a mi autor favorito español. Y qué mejor homenaje que la memoria, si bien sabía él que  exi

Diario de un mal año

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Ha pasado más de un año desde aquel agosto en que paseábamos por Oporto y yo me hacía la tonta para esperar aquella cola interminable que daba acceso a la librería Lello. A pesar del barullo y la masificación de esta librería (lo cual creo de corazón que es contradictoriamente bonito y terrible: qué maravilla que la gente esté deseando entrar a una librería y qué horror tener que ojear libros, estantes y tan bello paisaje en un ambiente tan cargado y molesto...), a su pesar creo que es uno de los lugares con más magia que he visitado últimamente. Me llevé dos amigos conmigo (para aprovechar el coste de las entradas) y así es como de una manera un tanto resumida llegó a mis manos: Diario de un mal año , de J. M. Coetzee. Cierto que el título le viene al pelo al presente que de una forma u otra sigue empeñado en abatirnos, a este año (vamos a llamarlo de pena) que tantos diarios inacabados trae a sus espaldas. Empecé este libro sin saber muy bien qué clase de libro iba a leer, convencida

Talión

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Talión: pena que consiste en hacer sufrir al delincuente un daño igual al que causó . Marta Aguilera es una periodista a la que le diagnostican un cáncer cerebral terminal y le dan dos meses de vida. Su vida cambia por completo en ese momento: cualquiera de sus próximos actos no tendrá futuras consecuencias. Una vena justiciera mezclada con posibles cambios de personalidad inducidos por los efectos del tumor, la conducen a convertirse en una asesina dentro de una España de mafias, drogas, terroristas y gente sin escrúpulos. En esta novela se difuminan los márgenes entre lo que está bien y lo que está mal, generando en el lector cierta simpatía hacia la ley de Talión. Desde luego, la sinopsis de este thriller atrae la curiosidad de los lectores. Resulta interesante conocer a este personaje que a causa de este tumor puede perder esa racionalidad que caracteriza a la especie humana. A mí personalmente Marta me parece un personaje bastante racional durante toda la novela y que tiene muy cl

¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?

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Entre novela y novela, hace dos semanas decidí hacer una breve pausa en mis lecturas con un nuevo libro de cuentos de Raymond Carver. Para mí es nuevo, pero es el primer libro de relatos que este autor escribió y reescribió durante quince años. Los cuentos de Carver que llegaron a mi conocimiento hace varios años supusieron un golpe inevitable en mi concepción de los relatos cortos y me obsesionaron profundamente a la vez que me maravillaron. Sus relatos dan a conocer, junto con Richard Ford y Tobias Wolff, el llamado movimiento literario del realismo sucio (desarrollado sobre todo en la primera mitad del siglo XX). Esta serie de cuentos se caracterizan formalmente por ser austeros, lacónicos, cargados de personajes que se presentan en escenas cotidianas llenos de defectos, golpeados por la vida y retratados con una humanidad escalofriante. En este caso, la América de puertas adentro se muestra disfrazada de parejas al borde del colapso, padres que pierden la comunicación con sus hijo

Los amores autómatas

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     Félix me hizo llegar este libro hace unos pocos meses. Yo ya le seguía la pista desde que resultó ganador del premio Valparaíso de poesía en 2016. El nuevo libro en cuestión Los amores autómatas me  lo dedicó y firmó esperando que "encontrase algo bello en él".  Hablamos de un libro de poesía que recibió el premio en el certamen andaluz de poesía "Villa de Peligros" el año pasado (2019), editado e imprimido en Granada en el mes de Julio de ese mismo año.  El libro consta de tres partes: I. OMNES VULNERANT ULTIMA NECAT     (Frase  proveniente del latín que antiguamente se lucía en los relojes de las iglesias, y que significa  «hieren todas, la última mata» , para referirse al inexorable paso del tiempo y a la temporalidad de la vida humana.) II. EL CICLO DE LOS NERVIOS III. ROSA MEDITATIVA      (Cuadro del artista español Salvador Dalí pintado en 1958.)      Cada una de ellas incluye una serie de poemas cortos (no ocupan más de una página) con ideas concretas y

Paseos con la abuela

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Ahora que podemos salir a la calle, la abuela y yo paseamos antes del atardecer. Las tardes suelen transcurrir tranquilas, con medio sol en la espalda y pasos breves. Andamos sabiendo que no podemos detenernos y nos cruzamos las miradas con otros paseantes que avanzan en su propia melodía suave. Somos silenciosas, porque las briznas de aire que nos acarician, y la lentitud de nuestros cuerpos no quieren apresurarse más. A veces juraría que ni siquiera sabríamos qué decir para acertar. La abuela suele recordar entonces, tras llegar al primer cruce, que ella de joven una vez estuvo tan cansada mientras trabajaba en las tierras del pueblo que tuvo que detenerse. Pero seguimos adelante y dejamos que los pensamientos avancen. Le recoloco la mascarilla, porque tiene la cara pequeña y suele escurrirse debajo de la nariz. Me dice que también se le están cayendo las medias mientras andamos y que desde hace unos cuantos lavados, se le caen y parecen paraguas. Continuamos y yo intento imaginarme