Entradas

Mostrando entradas de 2015

Un olvido a manos de otro.

Imagen
"Te he olvidado, amor roto. Pero no tengas miedo  a que nadie te recuerde: la poesía jamás te olvidará." Elvira Sastre Estás haciendo como si todo, como si la luna fuese plata, te pesase el corazón y no pensara nevar mañana. Has colocado los platos en la mesa que no espera, y el hambre, en los ojos que no se pierden ni un segundo de soledad. Y te siguen bailando los zapatos, te sigues gastando el dinero, en pasajes malditos, y prisas de alquiler. Te ha mirado de lleno, de miedo, de pedazos, a esos dos alfileres inútiles, que andan clavados en el suelo. (Como tus pies últimamente) Y te ha hecho reír, bailaste, encontraste irresistible que te soñaran con la boca, y te pensasen sin querer. Ha sido como remendar un olvido con otra angustia, como negarse pares veces hasta la saciedad, hasta la necedad. Y has vuelto a pedir que no te quieran, aunque fuese por primera vez, que lo dejen pasar,

El corazón que no se tuvo.

Tiene el corazón arrebujando entre sus dientes, los últimos restos de este mar de hojas y marrones. Se ha vuelto pequeño, más grande que otras mitades. Pero tiene tanto frío, que le tiemblan las orejas. Está llorando por esa oda enmascarada de tristeza que lleva su nombre de fin a principios. También se está riendo, con los ojos de un enigma, de una pregunta, de un presentimiento. Tiene aún el beso en la punta de los labios, el miedo guardándole su otra cama, allí donde los abrazos son solo suyos, y los sueños despiertan vencidos. Se le han acabado los días del año, no todavía, y no para todos, ni por la misma casualidad. Sabe que hay un soplo triste que sí le dice la verdad, a las espaldas de la vida y en medio de una eternidad. Pero solo espera, y espera callado, que se pueda vivir bien en caricias de mentira.

El muro de mis lamentaciones.

Imagen
"¿Qué saben las tripas de puños cerrados? Saben que las riegan los amargos tragos,  saben todo y más de tenerse en pie,  de la soledad." Es una semana de las que no cuentan los días, no me pesan en el bolso las veces que en vez de escribir, o llorar, me he abandonado al sueño y al desconsuelo de un despertar no tan amargo, pero demasiado cansado. Me pongo a leer sabiendo que si no me pongo, nunca voy a llegar a aquel reducto de mis expectativas, en las que aún tengo esperanzas y que todavía me acarician la espalda con optimismo. El balón siempre corre más que yo, tengo poca velocidad, mucha prisa, pero la cabeza en otro sitio. Luego siempre está de vuelta, es su casa, el hogar que no eligió. Gritan gol. Me digo que no espero, pero no dejo de hacerlo.  Sigo girando la cabeza por donde te vi marchar, aunque nunca jamás me paro. Me hace daño todo el miedo, a pesar de que no me preocupa tanto. Te sigo creyendo dulcemente inalcanzable, pero nunca termino la fr

Octubres pocos.

Imagen
Es el otoño envuelto de verdad, durmiéndote los ojos, tirándote las hojas, hablando de marchitarse. La glauca hojarasca, la tierra en la mirada y ese pesar mal decorado de fríos tempranos. Es el veneno de sus savias, ascendiendo por la corteza de nuestras pieles y haciéndolas extranjeras en sus propias carnes. Las agujetas del alma, los complejos y la ropa por los suelos, mezclando sueños de gigantes y versos de liliputienses. Es el mirar de los preocupados, el entretanto de los fuegos lentos, las piedras del río que nos arrastra hacia la paz del otro lado del mundo. Es como intentar hacer la cena, y acabar escribiendo poesía. Como intentar hablar de algo, y que el poema acabe llorando por ti. He soñado en contarte como es, lo de vivir debajo de un abrigo las cuatro estaciones y mis restos de año. Pero es como hilar un suceso en los descosidos de mis manos, como mentir sin darse cuenta, o perseguir un infinito. Es la peor comparación que un loco

Verde y pistachos.

Imagen
La mañana que te dejaste ver por primera vez, llevabas puesta una camiseta pistacho, los tenis, unas gafas de sol radioactivas y la sonrisa de los sábados. Yo era como el fantasma de cualquier otra ópera, con el pelo mal puesto y cualquier etiqueta por fuera, con los ojos pequeños, muy abiertos y los cristales muy sucios. Aquella mañana que te dejaste ver, tal vez no te vi. Probablemente nadie nos vio de verdad. Quizás incluso aquel día llevé la coleta bien hecha, o puede ser que tú no vistieras pistacho y feliz. Quizás, pudo llover ese día y no me fijé en que llegabas empapado de ilusiones y planes. Probablemente en realidad, ya no recuerde ese día tan bien como me gustaría. Es como de esas veces que saludas por primera vez y luego lo repites tantas ocasiones, tantos días, tantas mañanas, que olvidas que hubo un primer hola y que también te cambió la vida. Aquella mañana yo no sabía mucho. Sabía de hecho, que fuese lo que fuese lo que buscase iba a ser  cualquier otra cosa . Llevab

No son corazones, son hojas.

Imagen
No me queda más sinceridad, ni más engaño, ni mucho menos un tablón de madera para que te agarres a lo que puedas. Creo que incluso, es inútil aparentar que te escribo, que no lo hago, o que hago como que en realidad tengo algo que escribir. Es muy inútil negar que he conseguido, al fin, parar un terremoto que estuvo años derribando casas, refugios y alguna que otra calle de mi alma; y que desde entonces, el gusto a sonreír parece volver a ser nato. Sé cosas que quiero, sé a quién no, sé que llevo meses sin corazón y hoy he reparado en su ausencia. Pero, para mi sorpresa, muy grata he de admitir, no estoy tan triste. No tengo ganas de venganza, no me apetece estrellarme la cabeza en cualquier superficie lo suficientemente dura y sufrida para darle la razón a Newton, y quitármela a mí. Quizás me avergüenza, un poco, mi inocencia, quizás mi creencia ciega y encaprichada en cuentos infantiles o en los principios de las personas, o en lo que quisiera que fuere el tiempo olvidado en

Todo lo demás es camino

Imagen
Me ponías a prueba, me decías que te ibas para siempre, que me odiabas como odian las margaritas que las deshojen, como yo odio irme a veces, como todo el mundo odia alguna vez cuanto ama. Quería decirte que yo te querías más, pero que tampoco era para tanto y que daba igual que la pista de baile se nos quedara pequeña, las intenciones nunca eran mejores que yo. Quería explicarte que había días que la verdad te tapaba como un manto de hojas y que últimamente eran muchos. Que cuando ya no sabía que más echar de menos, el viento soplaba y era verdad, toda la verdad, no estabas allí. No dejaste la esperanza puesta en los ojos de cualquiera, como yo he terminado pensando que incluso si así hubiera sido, te hubieras equivocado igual. Porque van a venir a traerme flores, a cuidarme las ojeras y a decirme que son la parte incondicional del verbo querer a alguien y esta vez, como  cualquier otra definitiva, voy a abrir un poquito los ojos y ni siquiera al tiempo, miserable va ser e

El tercer día, lloró.

Imagen
Sé que el tercer día lloró, no lo hizo como una persona valiente que sabe que algunas veces se debe llorar, ni como se llora cuando no te cabe ni un descanso en el corazón. Lloró como si la más pequeña de las tonterías hubiese alquilado un recoveco en su piel y pensase quedarse a vivir mucho tiempo, como si fuese verdad que su cuerpo era carne y sus huesos frágiles, y su corazón de madera, madera tallada de versos, de asfalto y tierra, de mentiras dulces que arañaban la superficie. Lloró como se llora cuando no quieres llorar, como si la niña que un día soñaba con tocar la luna, hubiese tocado el fondo del estanque y se hubiese quedado a vivir allí, a ver vivir, a mirarse las manos y encontrárselas llenas de estrellas que morirían en pocas horas. Sé que lloró y se le empañaron los ojos de franela y veranos aburridos, sé que leyó tanto poesía que soñaba conmigo todas las noches. Sé que lloró porque sabía que la quería, que hacía un esfuerzo enorme por llenar mi vida de cotidianidad

Hay tormentas que son veranos.

Imagen
Se colocó por tercera vez los anteojos y me miró con aspereza a los ojos. Tenía la cara inexpresiva de siempre y la acompañaba su habitual y lúgubre enroscamiento de manos. Solía ser así. Sus gestos, las ojeras que caían como fardos pesados sobre sus mejillas y los pequeños callos de sus manos de jabón contaban más de ella que sus hoscos labios. Le sostuve la mirada durante largo rato, tratando de digerir los secretos ahogados que se le escapaban de los ojos y desvió la mirada a la tele que hacía un ruido de segundo plano. Sé que miraba sin mirar, porque se retorció por cuarta ocasión del asiento y no dejaba de jugar con el viejo anillo de su dedo anular. Aún lucía después de muchos años y escondía detrás de sí una historia que solo su portadora conocía con lujo de detalles. A todo el mundo nos gusta llevar nuestras historias con nosotros, supongo. Me seguía mirando de vez en cuando y yo seguía firme, sin ceder a la impaciencia de su actitud. Entonces sonó el teléfono y todo ocurri

El niño que no era niño

Imagen
Todos los niños crecen, excepto uno. Hubo un niño una vez que ya era demasiado mayor para crecer.   Yo lo conocí en persona, pero también es verdad   que casi todo el mundo lo conocía, excepto uno. Yo también era niño, o eso decían los que ya no lo eran, pero aquel niño era niño sin serlo. Recuerdo bien aquellos tiempos, todo era más fácil que los anteriores, la hierba crecía y no nos obligaban a mirarla, el cielo llovía y no nos dejaban bailar a su son, las mudas se estropeaban y ya no hacían falta remiendos. Pero aquel niño que no era niño no jugaba a los juegos de niños. No se tumbaba en la hierba, no quería soñar bajo la lluvia, ni tan siquiera se alegraba de las rozaduras de sus pantalones. Una vez le propuse que viniera conmigo a jugar y él extendió los dos brazos. Me dijo: -Solo si adivinas en que mano escondo la piedra. Sé que dudé y lo pensé mucho rato. Escogí la izquierda y fallé. Cambié a la derecha y fallé también. Él se río, pero parecía triste.

Palabras de menos.

Imagen
Siempre has tenido esa gracia inconfundible en los hoyuelos. A veces, solo cuando te oía reír, la vida parecía más un chiste que un campo de trabajo. Y reías mucho y tendido. Recuerdo como si fuese ayer tus buenos donaires de vividor cuando en un intento por tenderme una mano, me sacabas una sonrisa. Y te juro que cada una de esas veces que reí en silencio y que te busqué con los ojos, no quise estar en ningún otro sitio del planeta. Cada vez que a hurtadillas me leías y después colaborabas con tus infames versos de capitán. Cada vez que me pedías que no dejara de escribir, aunque ya no fuera a ti. Cada vez que salías ahí y me recordabas que el miedo bien disfrazado conjuntaba de perlas con cualquier palabra ingeniosa que hiciese bailar a las mentes. Cada vez que se te encendían los ojos si te encontraban los míos. La memoria es un alma peligrosa y el tiempo es una aguja mal enhebrada cuando dejas de dar puntadas en historias a medio hacer. Los años son agradables y el perfume d

20 de Abril del 90

Imagen
Vivo con la mala costumbre de aguantarme los miedos. No sé cuánto tiempo lleva ese reloj mirándome las muñecas, ni marcándome las medias horas de nostalgia pasiva. Porque sé que no estoy muerta, y no es para menos. Últimamente he vivido más de lo que imaginaba. Pero hay están, las oscuras golondrinas, los versos podridos, los amaneceres catatónicos en brazos de la soledad. Porque no sabría como llamar a todas esas personas que bailan solas en los bares y que te hacen dar vueltas hasta que te das cuenta de que tú, también estás un poco solo. Quizás me hayan sacado a la pista, me regalaran una flor hecha con una servilleta, quizás estuve hablando sobre la dudosa y vaga existencia del verbo amar con un desconocido el tiempo suficiente para saber que existe y que algún día, quizás, valdrá la pena. Quizás me hayan querido mejor de lo que tú querías, y créeme que ojalá me equivoque con esto pero, nunca más que tú. No voy a engañarte, ni pienso prometerte que me voy a quedar aquí toda

Yo aprendí a sobrevivir con una estrella en cada mano.

Imagen
"Hay corazones llenos de agujeros, pero no lo saben." Me he puesto a repasar la rutina de los últimos lunes, las de los martes, los fines de semana de sofá, libros y lasaña. El polvo que se acumulaba a pasitos calculados en los estantes de mi habitación, las horas mirando el reloj y esperando el día que nunca iba a llegar.  Se me acumulaban los esquemas, me faltó tiempo para terminar de aprenderme bien como se calcula un momento de inercia en las pestañas de alguien que nunca volvió. Eché tierra en todo ese pozo que solo me reflejaba a mí y me pedía a gritos que saltara, que me quedase a vivir entre sus aguas. Me decidí a limpiar ese polvo, y aunque los muebles no brillan, nunca me he sentido más satisfecha. Me costó lo que se dice tanto, que lo olvidé. Llegué a un lugar de esquinas nuevas, de sonrisas nuevas, de tropiezos nuevos. Un día me desperté, y ni siquiera recordé que no me cruzaría contigo. No me quedó tiempo, ni espacio, para depositar esperanzas en esas pr

El resto del contrato

Imagen
Le hablé al olvido de todas las cuentas pendientes de anoche, le hablé de lo poco que escribo y de las ganas que se quedan sepultadas en trozos sucios de ahumado papel. Le he pedido explicaciones a él, una detrás de otra, de porqué se ciñe a leerme los quejumbrosos poemas de falso amor al oído cuando nadie más escucha, de porqué después de un tiempo tan valioso ni siquiera ha hecho falta un gatillo para clavármelos en el corazón, de porqué no ha sonado y hay tanta sangre en el suelo. Se atiene a contarme lo que ya sé, nimiedades sobre lo que no pasó, sobre lo que sí pero a oscuras, las declaraciones de después, los falsos testigos y sus dedos acusadores. Me prohíbe hablar de ti, dice que te fuiste en todas esas veces que pensaste que morirías si no te dabas la vuelta, pero resultaste al fin y al cabo ileso, coronado con espinas en piedra y sangre de mentira. Tampoco me deja culparte, dice que te ha visto sonreír. Dice que después de todo te morías por mirarme a los ojos ot

Carta a la vida

Imagen
Hoy es siempre todavía, toda la vida es ahora. Antonio Machado. Me duelen los ojos de mi vocación suicida por seguir sosteniéndote la mirada. Los más aventurados te hablan de oportunidades, la gente triste te acaricia por las noches y te revuelve el pelo, los buenos te sonríen después del pan duro de todos los días. Nadie conoce tus apellidos, pero todos te nombran. Te quieren como si fuesen ellos mismos, con inocencia y gracia confundida, con más pereza los lunes, con ganas las mañanas de vacaciones, con miedo a veces. Pero te quieren. A veces se olvidan de tus cuatro letras, se acuerdan más tarde cuando se les cae la vergüenza al suelo y la pisoteas hasta que se quedan desnudos justo delante de ti. Sin intenciones, sin sencillez, sin tus dos brazos agarrándoles tan fuerte que no corten la respiración. Eres quién roba  sus suspiros, quien se ha quedado las canciones que te escribieron y nunca te cantaron, y las palabras, todas las que se han marchitado en tantos lab

Si aún te queda corazón.

No ha dejado de escribir, solo de leerte.

Hombres y hambres.

Imagen
-No es un diagnóstico acertado. Guardé silencio y saboreé el caramelo de menta. -Ni siquiera es un diagnóstico.-Seguiste diciendo. Tenías el pelo revuelto, el hambre en los hoyuelos, la incredulidad en los ojos.  Miraste al cielo y te acunaste el rostro entre tus manos. Después te volviste hacía mí. El cielo, yo, el cielo... No querías que dijera nada, solo querías que la nada se sintiese diferente. Te hubiera aburrido con un sermón de los míos, uno de cómo hay personas capaces de respirar y de reír, y de dejarte como nuevo mientras lo hacen. No te hubiera sentado mejor, Así que me limité a examinarte y pensar en lo bonito que resulta el drama en manos de un buen profesional, en lo bien que hubiera quedado esa historia en la pluma de un buen escritor y en lo que a juicio de un buen lector hubiera sido un rato bien invertido. Te enfadaste por todo esto. Las novelas sin escribir, los cuadros sin terminar y mis aires de limitarme a mirarte como a la poesía sin decir nada.

Volver a volver.

Imagen
He vuelto a la calle 13, donde te conocí de verdad y supe justo después que nunca jamás volvería a saber quién eras. He vuelto a sus bancos, a sus ramas lloviendo sobre nuestros ojos, a la pequeña farola que se vuelve a encender cada noche desde entonces. He vuelto porque sabía que no estarías allí sin tu media sonrisa. La otra media sigue un poquito conmigo. Me he sentado en la terraza del bar donde nunca compartimos más que unos hielos con prisa, un piti y un par de sonrisas. Cuando yo no sabía que te quería, ni que querer en silencio solo nos hace cómplices del asesinato de nuestros 150 pasajeros abordo. Que no nos cuesta la vida, pero nos la quita. He vuelto a la madrugada del último sábado, a la mirada de aquel chico que no me conocía de nada pero tampoco lo necesitaba. He vuelto a ese sitio donde no duele tanto el corazón. Y me han dicho que deje de volver. Que hay unos ojitos que no saben que en realidad no me quieren conocer. Pero es casi necesidad. Porque desde que no

Pasitos

Imagen
Llevamos vidas imaginándonos despiertos, noches escalando hacia la plata, viernes de desuso en los bolsillos. Entre mis logros, conseguí meter un pie en la tierra de nadie y no se lo comieron los cocodrilos. Solo los oigo respirar al otro lado mientras me siguen esperando. Entre tus cuerdas vocales, he visto pieles de mentira, ojos desmaquillados de peligro, miedo mezclado con utopías. Me han cerrado el club de los poetas, me han dicho que no más sueños, no mas ballestas. Dicen que en obras no es un estado preferente, ni un lugar para vivir, ni aspiraciones de llegar a tus cunetas. Pero también, me han dicho que es camino. Que si voy a esperar a los tiburones, mejor tenerlos sin el estómago vacío. Mejor quererte ahora y para siempre, que en el tren de vuelta a la realidad. Ojalá no lo cojas nunca, o lo cojamos. O ojalá nunca nos demos cuenta de que llevamos la vida en él y que lo importante siempre ha sido no bajarse a ver puerto. No embarcarse en otros buques, hacer caso a los lat

Cuenta atrás, minutos de más.

Imagen
No recuerdas los días a pilas, las primaveras azules los niños espías. Me entra la prisa, y me río del ruido el que hace el olvido con alguien como tú. El tiempo cura, los años no tanto. Llamas a la puerta te pido disculpas por haberla dejado entreabierta. Tienes esa forma, esa ceniza en el pelo, ese brochazo en los ojos, ese verbo tan impronunciable callándome un bostezo. No te conoce, ni te siente en el pecho, ni ha cruzado ese pasillo entre tus pensamientos. Me confundió y se hizo sombras, cuando yo vivía con los ojos cerrados. No hizo rima, pero puso compases, quiso sin besos, amó sin responsabilidades. Echo de menos sus apellidos, como sé que algún día echaré de menos tus iniciales. Echa de menos como las esperanzas a otro domingo en casa, como las musas a los magos y los poetas al buen tiempo.

Yo no estaba allí

Imagen
He podido vivir sin demasiadas cosas. Sé que no te acuerdas y haces cuanto menos bien, de aquel día que no te invité a tomar una Coca Cola. Me acuerdo de todo el miedo que tenía, del vuelco al corazón cuando no abriste la puerta del bar ni me buscaste entre las mesas. Yo no estaba allí, esperándote. No te tropezaste con un chico que salía apresurado, no te acercaste a mí ni me sonreíste mientras lo hacías. Yo tampoco me estaba muriendo por arrancarme  el corazón en ese momento. No tuvimos la conversación más torpe de nuestras vidas, ni nos dimos cuenta de que había pocas cosas que empezar a contarnos. Yo no te hablé de los secretos. Tú ni siquiera ocultaste los tuyos. No me reí lo suficiente, ni te miré lo suficiente, ni me morí lo suficiente por empezar a escribirte poemas. Fue como si en realidad lo único que pretendiéramos fuese no caer en la cuenta de que tú te estabas enamorando de alguien que ya estaba enamorada de ti. Como si no diera el miedo suficiente, ni cobrase

Guerras a versos.

Imagen
La claridad asoma, y el alma reniega a su sombra. Oscurecen los tristes rocíos y me hacen burla mientras olvido. Le pido al cielo que te guarde, que te mezca entre sus flores, así te desconozcan tantos y te canten los gorriones. ¡Que te prohíban la calle de los sueños!, que desde entonces son muchas noches sin techo. ¡Que te llamen poesía!, ¡que te quieran a versos!, Que desde entonces, por muchas palabras que tengo, ni me hacen grande, ni te echan de menos.