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Mostrando entradas de marzo, 2014

Espectadores del fin

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Asoló cuanto tocó. Incluso aún cuando parecía que se alisaba la falda o se sonreía en los espejos de los portales. Los días de botas y lluvias, de estrategias y complicidad. Contaba con los dedos las veces que el viento había firmado y concluido, con la letra torcida, otro efímero: "Quizás" Y serán las olas que ya no arrastran mensajes a estas tierras de perecederos vencidos. O serán las puertas que conducen a ese inmerecido refugio con paredes de hojalata. El retumbar de una jauría de sillas cuando se clavan como agujas sobre una piel que no resiste al paso del tiempo. Conspirando eternamente contra una soledad fielmente endurecida con continuos golpes de mortero. Acompasados, a veces, indiferentes. En general, dominados por la necesidad de comprender quién los hará parar. O cuándo. O cómo. O por qué. Se le acabaron las manos. Imagínense pues a esa actuación repleta de asistentes que a su desenlace, no aplaudirán. Al margen de una pequeña debilidad

Es odio

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Lo no planeado y su patente facultad de ser inolvidable. Pongamos un marco a lo alucinante, pero no nos olvidemos de que las mayores desgracias no nacieron como proyectos. Después de todo es así. Tachamos a lo ordinario y buscamos esa chispa inusitada, un pequeño toque de impredecibilidad amistosa. Nos aventuramos a creer que esto podría ser una ocurrente utopía. En su defecto, pesadilla. El tiempo tira de nosotros a compás y el viento mece las cuerdas de todos los que vamos de puntillas. Con nuestro firme empeño de evitar el contacto con cualquier tipo de realidad. Por qué. Es una buena pregunta. Y la peor de todas. Concretamente, porque sepulta todos y cada uno de los límites, que sin dejar de ser reales, tuvieron opciones de no ser. Y no doler. Esto no estaba previsto, ni imaginado, ni siquiera contemplado como una ociosa posibilidad de acabar con las firmes convicciones del pasado. Y sin embargo, se empeña por sostenerte la mirada y robarle su humanidad. Es odi