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Mostrando entradas de febrero, 2014

Vuelve

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Tenía el corazón sujeto por un fino hilo. Se zarandeaba. Sintiendo el abismo sobre él. Sabiendo que bastaba un ligero desliz para tragárselo. Para caer. Para tenerlo tan cerca de los ojos que el pánico desbordaría sus límites. Y te dejaría a tu suerte. Seco, hueco, en modo avión. En un estar pero sin ser. Sabiendo que el dolor revive a los vivos. Pero guardándolo, entre tantos olvidos, rociado de suficiente capa de polvo para hacerlo pasar inadvertido. Con un lacito. Con una promesa hecha añicos. Y tantas lágrimas haciendo barro y un suelo inestable. Una palabra bramada a gritos, quizás el mayor logro de toda una vida. Y él seguía palpitando. Rozando la sonrisa del enemigo. Deshaciendo las malas costuras del tiempo. Trayendo a su memoria aquel terrible socavón que desvió su mirada al suelo. Y lo vio. Se había roto, había cedido. Un charco y un río de sangre Su corazón empezó con el Réquiem. Y la palabra... Vuelve O estamos perdidos.

Soy una granada

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Hay historias que simplemente no merecen ser contadas. Al menos no por unos labios que llevan cicatrizando meses mientras los mismos dientes los desgarran. No porque su protagonista no se merezca el papel principal de una historia de nadas y desencuentros. No porque haya luchas que estén avocadas, una y otra vez, a fracasar. Quiero decir que no. Lo que nunca supe decir a tiempo. No busco entes inteligentes que pretendan consolar a esto. No. Porque sé que tuve oportunidades de ser algo más que olvido, que la paciencia aún tiene la intención de calmar lo que no calmó en su día. Pero firmé aquella carta esperando que no fuese la última. Creyendo, como no, que los milagros existen. El futuro, sé que es eso. El miedo que se acuesta siempre al lado de los sueños. Un pastel de derrotas que espera a que soplen sus velas. Un año menos. Otro más, quiero decir. Es posible que se atrevan a llamarme pesimista. Es posible que no me conozcan. Es posible que tampoco lo hicieran dur