Vuelve
Tenía el corazón sujeto por un fino hilo. Se zarandeaba. Sintiendo el abismo sobre él. Sabiendo que bastaba un ligero desliz para tragárselo. Para caer. Para tenerlo tan cerca de los ojos que el pánico desbordaría sus límites. Y te dejaría a tu suerte. Seco, hueco, en modo avión. En un estar pero sin ser. Sabiendo que el dolor revive a los vivos. Pero guardándolo, entre tantos olvidos, rociado de suficiente capa de polvo para hacerlo pasar inadvertido. Con un lacito. Con una promesa hecha añicos. Y tantas lágrimas haciendo barro y un suelo inestable. Una palabra bramada a gritos, quizás el mayor logro de toda una vida. Y él seguía palpitando. Rozando la sonrisa del enemigo. Deshaciendo las malas costuras del tiempo. Trayendo a su memoria aquel terrible socavón que desvió su mirada al suelo. Y lo vio. Se había roto, había cedido. Un charco y un río de sangre Su corazón empezó con el Réquiem. Y la palabra... Vuelve O estamos perdidos.