Entradas

Mostrando entradas de 2019

Mientras andas sin zapatos

No me sorprende ni un pelo. Esta agonía cómplice que arrastras como una ludopatía urgente y que te hiela la sangre mientras dices cosas y explicas cosas y vendes cartas y predicas otras. A ti tampoco te sorprende la costumbre de llorar por todas esas vidas terribles y síncronas que se reproducen, como un cine malo (disculpa mi falta de criterio), en esa sala vacía que dejan tu pasos. Por eso este libro, rojo sangre, que tiene un título que hiere (tanto que duerme besando la mesa) y que me sube a la cara como una vergüenza, no podría hoy repeinarte ni los huesos ni la sorpresa. No hay coraje huidizo, ni verdades con patas, ni buenas intenciones en esa cara de la luna que es en realidad tu primer plato. Ni siquiera aún has entendido que no estaba todo en las manos de quien no repara: ni tu futuro, ni el descanso, ni siquiera tú. Si el dolor no fuese algo tan intangible como la deshumanización de otro cuerpo humano, si creyera haberte si quiera amedrentado en algún intento, si acaso eso

Un elixir a

Imagen
Voy a contar esta historia. Es uno de esos pensamientos que uno acaba rescatando cuando no conoce otra manera. Quizás te la cuente a ti, que desees saber algo, entender más, dejarte a la tristeza. Quizás me lo cuento a mí, que no recuerdo como se cuentan las historias que no dejan de ocurrir, que no sucedo- ni siquiera aquí . El día sonreía y ya he mentido. Creo que llovía a cántaros y me lancé, como hago algunas veces, como deseaba en aquel entonces, dentro de aquel refugio. Creo que yo sí sonreí porque siento fe profunda en la amabilidad. Me contuve, como quien se agarra los recuerdos, como quien se abrocha el cinturón todo lo que puede, como quien respira solo por existir un momento. A ciencia cierta, hoy solo puedo decir que el avión de papel se estrelló, pues los aviones no vuelan por debajo del suelo. Pero bien sé que dejé que me crecieran las ramas y los aterrizajes. Recuerdo con tristeza pasada la paz de algunos momentos que se junta con el claro que ahora cruza este verano
Podría definir esto de tantísimas maneras que seguiría sin acertar: los pájaros están comiendo pan a pasos de mis manos, el sol es un arma de distracción veraniega o las miradas incomodan a los que no saben ser mirados. Podría seguir enumerando ocasiones y postergando el blanco de este papel, de esta oficina. Podría seguir siendo lo que mis manos me dictan: más silencio. Me he callado del todo, aunque las prisas son oscuras y las noticias duermen en pozos dentro de pozos. Y eso despierta los sentidos de cualquiera que busca. Pero dónde estamos, e ntre mentiras que rozan ser ciertas y verdades con manos tímidas , me dice el gorrión, entre la línea y el salto . No sabemos suficiente y por eso, las migas de pan siguen en el suelo. Me recuerdo en los brazos de quien sonríe siempre. Me pongo nerviosa cuando no sé proteger, contener, sujetar. Qué puedo hacer para que no pase, cómo permanezco firme cuando se caen las vigas que me sostenían y yo soy el edificio ahora. Tú, en la otra mita

La primera

Imagen
Solías inaugurar los ruidos mas tempranos, colgarnos el sol brillante en el techo, aclarar los cristales,  y vaciar nuestros estantes de pesos innecesarios. Solías redondear nuestras alturas, enmarcar los garabatos y pinceladas, cambiarnos los zapatos y las miradas vacías. Todavía sueles abrir la ventana y desearnos suerte, tras aquellos edificios indistinguibles. Todavía cuidas de la verdad, del jardín y el perejil, de nuestros sueños claros.  De ti aprendí que la vida consiste en vivir acariciando con las manos. De ti aprendí que aunque nos sangren las palmas nos pesen las penas y nos crezcan asperezas las pequeñas espinas son pequeñas .

Palabrería

Imagen
Los veranos eran fríos y las primaveras llorábamos. Ya ni si quiera me acuerdo. Pero existe una especie de vicio sordo en los huecos de la memoria, mientras hablas del monumento y miras los rincones oscuros donde pasabas el rato. Pues este es un gran lugar, pero la vida ocurre en otros. Todo se resume en ese algo que construiste mientras te dabas puñetazos.También, a ti que te gusta construir, algo que construiste con palabras, como una pirámide de naipes que se sostuvo mientras alguien quería. No dejaste de construir en estas cuestas. Mente suicida. Puedes dejar de querer ya. Puedes irte. (La gente se marcha.) Es la primera ley del principio de no sé qué pie con bola. Y ahora estás aquí, un lugar diferente desde luego, pensando: mira que no te duele y que casi lo escribes ; reiterando: los golpes se notan cuando menos estás , haciéndote una pregunta: hablo de mí todo el rato. Y le das la espalda a quien te la da, y confías en que la sencillez da perspectiva. Te gusta creer que