He creído que la vida era esto, tantas veces, vuestros nombres rasgados en mi garganta, mi nombre sin voz, una palabra sin vida. La vida que me enseñasteis a mirar a través del espejo en el que no me reconozco, la vida que en mis manos agarro a veces sin fuerza y pesadumbre, pensando que soy esa persona que no puede con un tapón, con una madrugada o con un triste pedal. La vida que cualquiera sabe abrazar en un momento fácil, para llenar otro cuerpo de besos y la boca de flores. Esa vida tan fácil y tan de mentira los lunes cuando hay que volver a trabajar, o los miércoles cuando uno prefiere abrazar su idea de libertad. La vida que me late en las muñecas y que me mido en el cuello, mirando hacia el techo que es mi cielo cubierto de los pensamientos que nunca he soportado dentro de mí y que me han obligado todas las veces a ocultar con dolor la mirada. He creído que la vida era decir una palabra y creérsela como si fuese verdad, como si este poema fuese a pe
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