De este estar sin ti, pero contigo.
Cierro los ojos cada vez que la oscuridad erupciona desde tus pupilas y amenaza con llorarme sobre las pestañas. Cierro los ojos si mis labios sueñan con algo más versátil que este irresistible invierno sin tu piel. Si al otro lado de la cama mi almohada estornuda y me envuelve en la tristeza de pensar que el frío no durará eternamente. Aunque mis escusas tampoco. Cierro los ojos si la calma de tener tu recuerdo, en mis manos, llora tus días de fiesta sin mí. Y sonríe al último hielo de aquel trago a mi salud. Si soñar despierta, de repente, es solo cuestión de tener tiempo y no suficientes ganas. Cierro los ojos al calcular la distancia que existe entre las letras escondidas y las caladas de ese último aliento que guardo expresamente para matarlo de un susto. Un día de estos. Si se trata de soplar velas y de hacer de los sueños, versos realistas, que se parezcan más a tus idas de olla y a las venidas de la suerte que ya nunca pronunciamos, por miedo. Miedo a na