Te dije que saltaras.
Existen canciones tan bonitas como el roce amistoso del pasado, sonrisas que llevan tu nombre desde antaño, cuando las noches aún se dormían. Arrulladores guiños, nanas inventadas, sueños despiertos, caricias secretas. El aire se despertaba cada mañana y nos sacaba de la cueva, detrás de las montañas, donde los días comienzan una y otra vez. Existen canciones que no son palabras, son silencios, que llenan el vacío de tu ausencia y te traen de nuevo al mundo, a este, y jugamos a ser eternos. No lo vivimos y sé que no lo echarás de menos, quizás fue solo de ese polvo que se posa sobre los hombros de la gente incapaz de cuidarse. Sobre las fotos que reflejan lo que ya no eres y las drogas que no necesitabas. Tus quince miligramos diarios que son la felicidad a corto plazo, el intento de deshacerse de esas sábanas encaprichadas con tu juego de pies. Imaginario. Aguantarte la mirada, conseguir la fuerza necesaria para sentir tu calor de cerca y los pinchazos de