Toc Toc

Hay puertas que se abren solas ante nuestros ojos.
Hay puertas que no necesitan de llave.
Sino de altura para girar la manilla.
Hay puertas hacia las que cogemos velocidad y esperamos abrir de golpe.
Y todo cuanto nos llevamos es eso.
Un tortazo.
Todas las puertas tienen una clave, o una llave, o algo.
Pero, ahora.
¿De qué te sirve tenerla si tienes miedo a girar el pomo?
Si te empeñas en ir corriendo hacia esa puerta,
solo para sentir que está cerrada, solo para comprobar de nuevo
que abrir una puerta es algo más complicado que desear.
Y algo más fácil que deducir la constante de gravitación universal.
Y de repente, un día.
Clic.


Todas las puertas se pueden abrir. Muy lógico, sí. Pero no lo olvides.

Comentarios