Es odio
Lo no planeado y su patente facultad de ser inolvidable.
Pongamos un marco a lo alucinante, pero no nos olvidemos de
que las mayores desgracias no nacieron como proyectos.
Después de todo es así.
Tachamos a lo ordinario y buscamos esa chispa inusitada,
un pequeño toque de impredecibilidad amistosa.
Nos aventuramos a creer que esto podría ser una ocurrente utopía.
En su defecto, pesadilla.
El tiempo tira de nosotros a compás y el viento mece las cuerdas
de todos los que vamos de puntillas.
Con nuestro firme empeño de evitar el contacto con cualquier tipo de realidad.
Por qué.
Es una buena pregunta.
Y la peor de todas.
Concretamente, porque sepulta todos y cada uno de los límites,
que sin dejar de ser reales, tuvieron opciones de no ser.
Y no doler.
Esto no estaba previsto, ni imaginado, ni siquiera contemplado como
una ociosa posibilidad de acabar con las firmes convicciones del pasado.
Y sin embargo,
se empeña por sostenerte la mirada y robarle su humanidad.
Es odio.
Puro odio.
Pongamos un marco a lo alucinante, pero no nos olvidemos de
que las mayores desgracias no nacieron como proyectos.
Después de todo es así.
Tachamos a lo ordinario y buscamos esa chispa inusitada,
un pequeño toque de impredecibilidad amistosa.
Nos aventuramos a creer que esto podría ser una ocurrente utopía.
En su defecto, pesadilla.
El tiempo tira de nosotros a compás y el viento mece las cuerdas
de todos los que vamos de puntillas.
Con nuestro firme empeño de evitar el contacto con cualquier tipo de realidad.
Por qué.
Es una buena pregunta.
Y la peor de todas.
Concretamente, porque sepulta todos y cada uno de los límites,
que sin dejar de ser reales, tuvieron opciones de no ser.
Y no doler.
Esto no estaba previsto, ni imaginado, ni siquiera contemplado como
una ociosa posibilidad de acabar con las firmes convicciones del pasado.
Y sin embargo,
se empeña por sostenerte la mirada y robarle su humanidad.
Es odio.
Puro odio.
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