El sol no es nuestro

Fue aquel verano,
escondido entre tus inviernos,
y las púas del ángel
creciendo sobre mis dedos.

Me hacían falta rehenes
de los que callan por educación
pero muerden
siempre en la misma canción.

Llorabas,
yo lo sé,
lo recuerdo.

El cielo no te curaba,
a mí me sangraba el intento
y como todo final inesperado
no te vi morir.

No caíste sobre el fuego
ni exageramos la calma
porque sabíamos
que el sol no es nuestro.

Fue aquel verano,
entre horas y a rachas,
cuando te vi,
sacándote el pecho.

El roce de mis besos
el dolor de quien recuerda
con los ojos abiertos
y el tiempo hablando de
cuantos días o cuantas litronas
atraerían de nuevo al invierno.



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