No hay título

Una vez creí en el amor, como también lo hice con los sueños y con las personas.
Cruzaba las calles, arrancaba las hojas de los árboles, cerraba los ojos y nunca llegaba tarde.
Los amigos nos escribíamos cartas, nos intercambiabamos retratos y nos covertiamos en súperhéroes las tardes de lluvia.
Los enfados duraban lo que tardas en comerte un sugus de piña y el tiempo era tan amigo nuestro que le dio por volar con nosotros.
Las rosas y las plumas del pavo real eran el secreto de los más apuestos príncipes. Y tras aquellos dientes desordenados, las sonrisas vencían las reprimendas en cuestión de voluntad.
Los cuentos sí existían, los finales felices eran proyectos de vida, las oportunidades eran oro en nuestras manos.
Echar de menos costaba poco, costaba menos y era nuestra forma más bonita de llenarnos de ganas.
Y ahora que las palabras ya no convencen, ni mueven corazones, ni enamoran... Ahora que tenemos desastres por cabeza y los vasos llenos de litros de pobreza de espíritu...
Ahora sé que no hay regreso, solo tregua.
Vete a llenarte los pulmones de veneno, vete a matarte en busca de una mirada que juega contigo, ama a quien no te ama, persigue lo que siempre quisiste y resígnate a verlo escapar delante de tus ojos.
Llora, llora tanto, que no haya banda sonora acorde, ni la carátula de un disco que te reconforte.
Piérdete entre la música buscando su rastro, sueña con sus labios y tenlos tan cerca que puedas sentir el dolor de las próximas semanas cuando no vuelvan a buscarte.
Siente el dolor de dejar destrucción a tu paso, enciende la televisión y quédate hasta que se acabe la última noticia y no encuentres un paquete de pañuelos que te consuele.
No llames, no cuides a quien te ha cuidado, enfádate con las personas que no van a volver y échalas de menos con más puños que corazón.
Cúlpate por todos tus crímenes, cada noche, cada día, en cada infierno.
No consigas dormirte, no busques la paz donde ya no queda.
Y si aún te queda valor para echar un último vistazo dentro de ti, siéntete peor por todos los corazones que has roto con los trozos desgarrados del tuyo.


Los años y su interés por hacernos cómplices de todas las piedras de nuestras vidas.

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