Miss diciembre.

Vale igual no.
Vamos a dejar de suponer que nos cabe el mundo en un pañuelo
y que mirar más allá no solo es cosa de unos locos.
Y pocos.
Vamos a dejar de aspirar a ser otros, a mendigar a nuestro miedo que ceda, a tomarnos con
desconsuelo las malas nuevas.
Vale igual sí.
Igual miro demasiado por la ventana, igual mi reloj biológico sigue siendo un impuntual,
igual mis sueños exceden el límite de velocidad y sigo cultivando mi falta de sensatez.

Pero me parece un buen final, para todos esos comienzos que no lo fueron.

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