El niño que no era niño
Todos los
niños crecen, excepto uno. Hubo un niño una vez que ya era demasiado mayor para
crecer. Yo lo conocí en persona, pero también es verdad que casi todo el mundo lo conocía, excepto
uno.
Yo también
era niño, o eso decían los que ya no lo eran, pero aquel niño era niño sin
serlo. Recuerdo bien aquellos tiempos, todo era más fácil que los anteriores,
la hierba crecía y no nos obligaban a mirarla, el cielo llovía y no nos dejaban
bailar a su son, las mudas se estropeaban y ya no hacían falta remiendos.
Pero aquel
niño que no era niño no jugaba a los juegos de niños. No se tumbaba en la
hierba, no quería soñar bajo la lluvia, ni tan siquiera se alegraba de las
rozaduras de sus pantalones.
Una vez le propuse
que viniera conmigo a jugar y él extendió los dos brazos. Me dijo:
-Solo si
adivinas en que mano escondo la piedra.
Sé que dudé y lo pensé mucho rato. Escogí la izquierda y fallé. Cambié a la derecha y fallé
también. Él se río, pero parecía triste.
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