Todo lo demás es camino
Me ponías a prueba, me decías que te ibas para siempre, que me odiabas como odian las margaritas que las deshojen, como yo odio irme a veces, como todo el mundo odia alguna vez cuanto ama.
Quería decirte que yo te querías más, pero que tampoco era para tanto y que daba igual que la pista de baile se nos quedara pequeña, las intenciones nunca eran mejores que yo. Quería explicarte que había días que la verdad te tapaba como un manto de hojas y que últimamente eran muchos. Que cuando ya no sabía que más echar de menos, el viento soplaba y era verdad, toda la verdad, no estabas allí.
No dejaste la esperanza puesta en los ojos de cualquiera, como yo he terminado pensando que incluso si así hubiera sido, te hubieras equivocado igual. Porque van a venir a traerme flores, a cuidarme las ojeras y a decirme que son la parte incondicional del verbo querer a alguien y esta vez, como
cualquier otra definitiva, voy a abrir un poquito los ojos y ni siquiera al tiempo, miserable va ser el nombre que me gustaría haberle puesto a esta situación.
No he vivido enamorada de ti, yo no sé lo que es el amor, solo he vivido en medio de un acantilado de versos y he compuesto un cántico de vida que no sabía como no hacerlo rimar con la palabra tristeza. Y ya sabes mucho, conoces la media mitad de pensamientos que te dejé por aquí y los otros tres cuartos se los han ido llevando los trenes, los kilómetros y los vicios.
Era mentira que en algún momento sabía hacía dónde iba. Incluso a veces me daba por pensar que nadie era tan tonto como para destruirse a sí mismo, pero eso tampoco era verdad, eramos muy tontos y eramos muchos.
Tampoco era más cierto que había estado firmado pactos diabólicos de madrugada con un tipo más orgulloso que el olvido ni que él no hubiera acordado nada pretencioso conmigo. Solo éramos dos intereses y muy pocas manos.
Y ahora estoy con una copa en la mano, sabiendo que quien quiera que sea, sabe que no le gustaría saber tan poco de mí ni tanto como tú sabes. Pero tiene su gracia, sus vaivenes, su poca prisa. También tiene sus hielos, sus grados, su nivel en sangre. Y yo tengo la sonrisa que este año me ha devuelto con tanto cariño la vida.
Me han venido a hablar sobre el tiempo, sobre la gente, sobre el maldito verano y han terminado con un
-Seguro que tú también echas de menos a alguien.-
Y yo he querido echarte de menos.
Pero no te lo prometo.
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