La soga del muerto

No es tan tarde, tenemos el reloj en hora y en cualquier momento llamaran a la puerta. Me como la puerta, jo. No me gusta esperar. Han reconstruido la pequeña fachada de la casa de quien sea al otro lado, no se ve apenas en la oscuridad, pero está más bonita, mucho más. Ulula el viento y choca contra las ventanas, y choca luego contra mi cara y luego ya, debe de morirse detrás de mí o yo qué sé. No sé cuando el viento decide morirse o no.

Aparece una sombra a los pies de la vereda y la triste luz de una farola cansada. Tiemblan las dos, la luz y la sombra. Miro a la segunda con fijeza desde el bordillo y me agarro las piernas como si huir no fuese el reflejo mortal de todos los supervivientes. La miro hasta que la tengo delante de mí y me tiende una mano.

Andamos por ahí, diciendo cosas vacías y de poca importancia.
-Toma.
Me tiende un cigarro como quien te echa un piropo o una sonrisa.
-Déjalo.- Rehúyo.

Camino con la vista puesta en la lejanía, donde empiezan la música y el ruido, y todas esas cosas. Pienso que Holden Caulfield iría por el segundo paquete, por lo menos. Pero Holden es un colgado, un tipo muy raro. Jo, me encantan los tipos raros y siempre lo digo. Él habría cogido ese cigarro y habría esperado que el humo hiciese algo con esa sensación de indiferencia general a la vida. No me encuentro tan mal,- pienso- en realidad, ni siquiera muy triste, ni muy cansada, ni muy furiosa con esa panda de gente sin cerebro y sin principios. Holden habría maldecido a cualquiera si por él hubiera sido y sería entonces todo culpa de una sociedad arrolladora, de todos esos coches, de esos anuncios y del dinero, jope. No me parezco tanto a él, ni escribo parecido, ni maldigo nunca a todos esos ombligos mercenarios, ni a los teléfonos, ni llamo a altas horas de la madrugada a Sally, muy borracho y muy solo. No uso la expresión 'estar en vena' y ya no, ya no fumo.

Al final, la música nos coge los pies y ya no sabemos ni lo que estamos bailando. Hablamos sin parar con la gente y nos reímos demasiado. Son buenos chistes, jope. Esta gente sabe de todo eso y sabe hacerte sentir bien. Son tipos raros.

Aparece Jane entre las sombras, no debería estar aquí, jo, pero está aquí. Me resulta incomprensible entender algunos tajos hechos a releje de navaja en mi corazón, por no llamarlo hereje de plástico barato. Doy un trago mirando al cielo que está mucho más bonito que cuando no lo miras, mucho más. Pero es que hoy hay muchas estrellas. Pienso que debería acercarme a decir cuatro cosas vacías y de poca importancia, que quizás debería preguntarle si sigue dejando todas las damas en la fila de atrás o si se ha leído alguna vez El guardián entre el centeno

Di que las horas se llenan así- me empiezo a contar- y que tampoco es tan raro que sigamos vivos, y que a veces, jo, tampoco está tan mal que nos demos cuenta de eso. Me entran las dudas y lo hago. Las dudas se quedan y no sé. 
No sé por qué está aquí, no sé por qué ahora ya no corre el viento.

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