Boulder
Te sostienes sobre cinco ojos,
sientes el calor de tus propios ladrillos,
aún cuando te machaca
este frío que no llega.
Cae el río a tus pies,
como un niño sin siesta
que no tiene descanso
en sus ojos.
Alguien se moja los pies de gato,
se eleva al cielo,
en tu arco de medio punto
que sabe a gravedad.
Cae, otra flaqueza.
Otra vez, un cuerpo que cede,
la voluntad partida.
Cae, como todo ese agua amarilla,
el mar marrón,
entre toda ese valor que respira,
que el viento mece inexorablemente,
y vuelve a casa
con las manos rotas,
la verdad en la cara,
un poco más fuerte.
sientes el calor de tus propios ladrillos,
aún cuando te machaca
este frío que no llega.
Cae el río a tus pies,
como un niño sin siesta
que no tiene descanso
en sus ojos.
Alguien se moja los pies de gato,
se eleva al cielo,
en tu arco de medio punto
que sabe a gravedad.
Cae, otra flaqueza.
Otra vez, un cuerpo que cede,
la voluntad partida.
Cae, como todo ese agua amarilla,
el mar marrón,
entre toda ese valor que respira,
que el viento mece inexorablemente,
y vuelve a casa
con las manos rotas,
la verdad en la cara,
un poco más fuerte.
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