No te escribiré en primavera
Tu nombre habita hoy todo el espacio,
se ha quedado muy quieto como el pasado,
preso en un instante que se debate
entre sentir dolor o sentir la nada.
La conciencia de lo que somos,
deshecha en cristales,
la conciencia de lo que fuimos
y sus partes secretas
separadas por fragmentos alienados
en líneas de fractura.
La conciencia que no le quedó a nadie
y que es victoriosamente una cruz donde descansar.
Tu día, que se muere solo,
para no recordar nuestros nombres.
No queda ni siquiera un vacío doble
tras la contraventana
y se oye una risa exagerada
que rompe tu existencia.
Nadie ha servido venganza,
porque hoy habitas todo el espacio
que no quisiste que nadie guardara.
Hoy solo algunos recordamos tus pasos
en el umbral de una casa que ya no es tu casa.
se ha quedado muy quieto como el pasado,
preso en un instante que se debate
entre sentir dolor o sentir la nada.
La conciencia de lo que somos,
deshecha en cristales,
la conciencia de lo que fuimos
y sus partes secretas
separadas por fragmentos alienados
en líneas de fractura.
La conciencia que no le quedó a nadie
y que es victoriosamente una cruz donde descansar.
Tu día, que se muere solo,
para no recordar nuestros nombres.
No queda ni siquiera un vacío doble
tras la contraventana
y se oye una risa exagerada
que rompe tu existencia.
Nadie ha servido venganza,
porque hoy habitas todo el espacio
que no quisiste que nadie guardara.
Hoy solo algunos recordamos tus pasos
en el umbral de una casa que ya no es tu casa.
«Tu día, que se muere solo,
ResponderEliminarpara no recordar nuestros nombres.»
Inmenso. No hay más.