Palabrería

Los veranos eran fríos y las primaveras llorábamos. Ya ni si quiera me acuerdo. Pero existe una especie de vicio sordo en los huecos de la memoria, mientras hablas del monumento y miras los rincones oscuros donde pasabas el rato. Pues este es un gran lugar, pero la vida ocurre en otros.

Todo se resume en ese algo que construiste mientras te dabas puñetazos.También, a ti que te gusta construir, algo que construiste con palabras, como una pirámide de naipes que se sostuvo mientras alguien quería. No dejaste de construir en estas cuestas. Mente suicida. Puedes dejar de querer ya. Puedes irte. (La gente se marcha.) Es la primera ley del principio de no sé qué pie con bola.

Y ahora estás aquí, un lugar diferente desde luego, pensando: mira que no te duele y que casi lo escribes; reiterando: los golpes se notan cuando menos estás, haciéndote una pregunta: hablo de mí todo el rato. Y le das la espalda a quien te la da, y confías en que la sencillez da perspectiva.

Te gusta creer que las cosas dejan de importar porque en algún momento ocurre. Dejan de importarle a todo el mundo. Y le preguntas al de al lado si lo estás haciendo todo mal. Y te dice que sí y te mueres. O te dice que no y sigues pensando que sí. Y por la noche igualmente te ríes, pues esta soy yo, chavales. 

Es invierno y no sé qué ocurría en estas fechas. Tampoco me agarro a lo que he sido, ni a los sacos de otros. Estamos preparados, hechos a prueba de las balas de quien sea, esperando el siguiente movimiento, esperando otra cosa probablemente.

Palabrería. Ya no me queda tanto corazón.


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