La primera

Solías inaugurar los ruidos mas tempranos,
colgarnos el sol brillante en el techo,
aclarar los cristales, 
y vaciar nuestros estantes
de pesos innecesarios.
Solías redondear nuestras alturas,
enmarcar los garabatos y pinceladas,
cambiarnos los zapatos
y las miradas vacías.
Todavía sueles abrir la ventana y
desearnos suerte,
tras aquellos edificios
indistinguibles.
Todavía cuidas de la verdad,
del jardín y el perejil,
de nuestros sueños claros. 

De ti aprendí que la vida consiste
en vivir acariciando con las manos.
De ti aprendí
que aunque nos sangren las palmas
nos pesen las penas
y nos crezcan asperezas
las pequeñas espinas
son pequeñas.


Comentarios

Publicar un comentario