Diario de un mal año

Ha pasado más de un año desde aquel agosto en que paseábamos por Oporto y yo me hacía la tonta para esperar aquella cola interminable que daba acceso a la librería Lello. A pesar del barullo y la masificación de esta librería (lo cual creo de corazón que es contradictoriamente bonito y terrible: qué maravilla que la gente esté deseando entrar a una librería y qué horror tener que ojear libros, estantes y tan bello paisaje en un ambiente tan cargado y molesto...), a su pesar creo que es uno de los lugares con más magia que he visitado últimamente. Me llevé dos amigos conmigo (para aprovechar el coste de las entradas) y así es como de una manera un tanto resumida llegó a mis manos: Diario de un mal año, de J. M. Coetzee.

Cierto que el título le viene al pelo al presente que de una forma u otra sigue empeñado en abatirnos, a este año (vamos a llamarlo de pena) que tantos diarios inacabados trae a sus espaldas. Empecé este libro sin saber muy bien qué clase de libro iba a leer, convencida de que con ese título (¿será la razón por la que lo compré?) encontraría quizás otra explicación a este año. No sé si realmente he encontrado una explicación, pero hay que reconocer que tiene un capítulo en el que habla de virus y en concreto sobre la gripe aviar:

«Lo turbador de la métafora de las relaciones entre seres humanos y virus como un juego de ajedrez es que los virus siempre juegan con las piezas blancas y nosotros, los seres humano, con las negras. Los virus hacen su jugada, y nosotros reaccionamos.»

Al margen de este capítulo, el autor introduce en el libro un montón de opinones filosóficas acerca de muchos otros asuntos, temas y preocupaciones. A mi parecer, algunos han sido interesantes y otros me han hecho vagar un poco entre palabras que no terminaban de conectar conceptos en mi cerebro (desconozco muchas de las referencias a las que alude en los textos). Por eso creo que este libro es una lectura difícil y que requiere bastante atención (no apto para momentos de desconexión). Quizás ese es el motivo por el que he tardado bastante en leerlo (por las noches no tengo la mente para rompecabezas). Sin embargo, el libro está escrito maravillosamente bien y eso no se puede negar.

Creo que una de las partes más reseñables de este libro es la manera en la que está estructurado y se espera que se lea (si la hay). Todas las páginas están divididas en tres secciones: una opinión del personaje principal, la historia de este y una mujer y, en tercer lugar, la perspectiva y observaciones de esta mujer. El autor presenta a un escritor (¿él mismo?) que contrata a Anya, el personaje femenino, para que mecanografíe un montón de ensayos que va a publicar con el título de Asuntos contundentes. Cada una de las secciones se puede leer de manera seguida saltando el resto de secciones (a veces el cambio de hoja es inevitable cuando no se terminan las frases), o se pueden ir intercalando las opiniones, la trama principal y los pensamientos de Anya. Nunca me había encontrado con un formato parecido y ciertamente me ha dejado desconcertada mientras leía.

Un libro curioso donde los haya.



Nacido en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, el 9 de febrero de 1940 John Maxwell Coetzee es un escritor nacionalizado australiano, país donde reside actualmente. En 2003 fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura, convirtiéndose así en el cuarto africano que lo recibe. Pasó su infancia y su primera etapa formativa entre Ciudad del Cabo y Worcester, además de en la provincia de El Cabo. Se licenció en matemáticas e inglés en la Universidad de Ciudad de El Cabo. En sus obras, marcadas por un estilo simbólico y metafórico, cuestiona el régimen del apartheid y cualquier tipo de racismo, y explora sus negativas consecuencias en el hombre y en la sociedad.

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