Primavera rota
Canto a la vida desde que descubrí las flores…
las dalias entre los aloes tropicales,
los geranios y las zarzamoras,
tendidas ante el adverso invierno,
ante los vientos recios.
Ese ha sido tantas veces mi lugar en el mundo.
Ahora lejano, crecen hierbas doradas
y florecillas silvestres
entre los hilos de mi chaqueta,
que anda colgada en la puerta
y lo niega todo.
El espejo se asusta de su reflejo,
mientras el polen duerme
en las repisas de este hogar a medias,
de este despropósito.
Pero me llaman desde otro rincón de la casa
para acercarme a ver el ruido en los balcones,
repletos de fuego y pensamiento,
de gitanillas y música tendida en el aire
como lazos invisibles,
señalando escondites que laten furiosos
en la primavera rota.
Hay algunos que se niegan a limpiar el rocío,
y yo me pregunto por ellos, si ya no les sirve,
como a mí tantos días,
si ya lo han perdido todo.
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