El prisionero del cielo

Queridos lectores,

después de varios meses sin publicar nada se me han acumulado las últimas lecturas en el tintero. No han sido muchas tampoco, porque llevo unas semanas perezosa y con el freno de mano echado, pero a paso de hormiguita tengo tres reseñas ya pendientes.

La primera es el tercer libro de la tetralogía de La sombra del viento donde volvemos al cementerio de los libros olvidados, esta vez recuperando la historia de Fermín, un personaje que ya aparecía en los libros anteriores y que fue mi favorito. Se unen de alguna manera a través de Fermín los destinos de Daniel Sempere, protagonista del primer tomo, y de David Martín, el protagonista y escritor de El juego del Ángel. Zafón consigue el puente que une dos historias aisladas en la Barcelona gótica y misteriosa que promete tan buenos momentos.

Este libro me ha sorprendido. Aunque creo que sí se puede alternar el orden de lectura de los libros, independientemente de su orden de publicación, este relato une dos historias previas y me parece que tiene más sentido empezar por los tomos que lo preceden. El libro vuela en las manos y la pluma de Zafón sigue siendo una maravilla. Es menos fantástico que el libro anterior y quizás por eso se siente más real.

Ya solo me queda el último y me habré leído todos los libros de Carlos Ruiz Zafón.



«Fermín, me gusta más cuando expresa usted una visión más humanista y positiva de las cosas, como el otro día, cuando dijo aquello de que en el fondo nadie es malo, sino que sólo tiene miedo.
—Debió de ser una bajada de azúcar. Menuda memez.»

«Yo no soy de ningún bando — repuso Fermín —. Es más, las banderas me parecen trapos de colores que huelen a rancio y me basta ver a cualquiera que se envuelva en ellas y se le llene la boca de himnos, escudos y discursos para que me entren cagarrinas. Siempre he pensado que el que siente mucho apego a un rebaño es que tiene algo de borrego.»

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